Una joven mujer con su familia fue de vacaciones a realizar turismo extremo, los guardabosques le advirtieron que no cruzaran una línea amarilla divisoria y un letrero que advertía que si se avanzaba doscientos metros más se internarían en un bosque peligroso.

Aun así, en ocasiones, del bosque salían animales salvajes y trataban de atacar a los visitantes. Había estrictas medidas de seguridad, para evitar el trato con los animales salvajes, que en ocasiones mostraban ser amables cuando se les arrojaban comida, pero al fin y al cabo, como salvajes eran impredecibles, en cualquier momento podían atacar.

Candy era una joven que apenas llevaba la adultez, curiosa y temeraria, le arrojaba maní a un pequeño primate que jugueteaba a la escondida con ella.

De un momento a otro oscureció y sin darse cuenta estaba en plena selva, bajo el peligro de la noche.

Afuera, en la civilización, se desató una férrea búsqueda por ella, sus padres desconsolados, sus hermanos destrozados y bajo la información de que había osos, tigres, panteras, leones, guepardos y todo tipo de fiera, auguraba que las horas eran cruciales. Un asunto de vida o muerte, de no aparecer pronto se iba a dar por muerta. Nadie saldría de allí con 24 horas vivo y coleando de ese lugar.

Al tercer día de búsqueda al encontrar su chamarra destrozada y ensangrentada indefectiblemente, dieron por sentado que había fallecido destrozada por algún animal.
Sus padres se aferraban al pedazo de tela desgarrado y lloraban de dolor la perdida.

Al cuarto día, enjuta, hambrienta, con una figura destemplada, pelo enmarañado y lleno de hojarascas. Con la piel llena de picadas de abejas y con un leve arañazo en la cara salió del bosque y llegó al destacamento y uno de los oficiales que la reconoció por la foto que aun estaba pegada en la pared. Susurraba un parloteo de incoherencias, estaba fría y muy sucia. Cuando pudo recuperar el aliento dijo como se enfrentó a una manada de lobos y el líder del grupo le propinó un arañazo en el rostro, pero los pudo burlar trepándose a los árboles, luego cuando un oso apareció en escena y se desató una férrea pelea entre los animales.

Escapó de una pantera negra y salvó la vida de un río caudaloso cuando huía de un enjambre de abejas, ya que se atrevió a punzar un panal para alimentarse y le hicieron una persecución picándola en todo el cuerpo. Habló de los monos que le quitaron la chamarra y la jaloneaban de aquí para allá.

Al final, volvió a ver al primate que la introdujo en la selva, poseyendo una banana en la mano y amablemente se la extendió, hambrienta trató de quitarle la fruta, pero el animal jugaba con ella, mientras ella lo perseguía. Hasta que le obsequió la fruta y al intentar llevarla a la boca fue que se percató que estaba de regreso a la civilización. Y culminó diciéndole a todos, que se arrepentía de su descuido y que el bosque era muy, pero muy peligroso.

Todos se hicieron a la risa y el jefe de los oficiales, le contestó: -Jovencita, el bosque no es nada peligroso, peligrosa es usted. ¡Que sobrevivió a todo ese peligro para contarlo!

Moralejas:

1. El mundo es cómo una selva donde ronda el peligro, no podemos distraernos”.
2. Nunca sabrás la capacidad que tienes de supervivencias, hasta que te enfrentes a la adversidad.
3. Quien nos mete en la selva, casi siempre sabe cómo sacarnos de ella. Si es Dios, es por algo y para algo pasa.
Has vivido tantos momentos agrios, duros, dolorosos, pruebas, escasez y aun amas a Dios y a la vida. El mundo no es peligroso, peligroso eres tú. No ha habido momento difíciles que te haya destruido la vida.

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