Santo Domingo.-LA ERA DE HIELO EN LA POSMODERNIDAD
Por Jenny Matos.
Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; 12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mateo 24-11-12.
Este tema nos sugiere una contradicción, ya que la historia universal define “La Era de Hielo” como un período frío que se extendió desde el siglo XIV hasta el XIX, la cual presentó varias fluctuaciones de temperatura que influyeron sobre la vida en la tierra; mediante los cuales los glaciares y las capas de hielo se expanden por todo el globo terráqueo. Por su parte, la lectura bíblica citada, da al traste el enfriamiento que producirá o está generando la multiplicación de la maldad; y aquí el punto, donde los glaciales espirituales de los daños han producido bajas temperaturas en el amor, en estos tiempos posmodernos.
Entregarse unos a otros, habla no de entrega para cuidados, sino entrega en manos de enemigos furiosos para que lo destruyan. El aborrecimiento bilateral o la ofensa bidireccional es fiera en estos tiempos modernos, que nos lleva en ocasiones, a refugiarnos en nuestros hogares por temor a que nos hieran, nos dañen o nos vuelvan a engañar. Nadie confía en nadie. Todo esto en gran parte vinculado al levantamiento de falsos maestros, profetas y engañadores que han defraudado la confianza y la fe de personas maravillosas, que se rehúsan a seguir pasando por ilusas.
El planeta del amor se ha congelado en muchos corazones, pero debemos recordar, que si dejamos que la llama de su Espíritu Santo arda en nuestro ser, podremos descongelar los bloques de hielo que nos separan y entender, que nuestro adversario Santanas ha procurado “enfriar” lo que debería ser el distintivo que nos define como creyentes, ya que el Señor mismo citó: En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros. Juan 13:35.
El reto que nos ocupa es, que se multiplique el amor y mengue la maldad, es la única forma de que podamos estar próximos, unánimes y juntos. En una búsqueda constante del fuego para que Espíritu llene nuestras lámparas con su aceite, mientras todos en el aposento alto de la compresión nos calentamos con la cercanía, encendiendo la hornaza con un chispazo de amor fraternal.
