Por. Jenny Matos

El Escarabajo se esforzaba por subir la pendiente resbalosa arrastrando su pelota de estiércol, para almacenarlas en la galería subterránea de su guarida. La Mariposa tigre le insistía que debía abandonar esos hábitos alimenticios y le aseguraba que del otro lado del río había un campo de jazmín donde el olor impregnaba de manera tan embriagadora los pastizales que valía la pena el largo viaje.

Le hablaba de lo delicioso del néctar y polen de las flores, que intentase vivir una vida más saludable, con mejor régimen alimenticio. El Escarabajo se mostraba huraño, la voz constante de su amiga le resultaba molesta. Se estaba produciendo un mal humor en él, que se agolpaba en una parte de su cerebro, a un grado tal, que vivía a la defensiva y esquivo de tan sólo avistar la presencia del lepidóptero. La Mariposa insistía sin parar y le decía:

—Escarabajo Pelotero quiero mostrarte el restaurante llamado jardín—. Acompáñame a cruzar el vado a recoger savia de los árboles, te mantendrás delgado como yo y siempre en forma.

—Déjame vivir en paz Mariposa entrometida. Le respondía el coleóptero, —tu amistad me está siendo muy tediosa. Mis boñigas no me pesan, son mi vida y mi alimento. Escena que se repetía todos los días dejando al Escarabajo sumamente molesto.

En un esfuerzo extraordinario por rescatar a su amigo de su mala manera de vivir, la Mariposa se precipitó sobre el Escarabajo y trató de levantarlo con fuerza cayendo y resbalándose en el depósito de excremento, nauseabunda con arcadas vomitivas se fue al río a bañar la suciedad.

A lo lejos el búho en lo alto de una rama observaba el drama y la conversación entre ambos insectos y como los ánimos se iban tornando caldeados. Acercándose y tosiendo para aclarar la voz a la Mariposa le aconsejó:

— ¡Oh!, Mariposa, mariposita buena intencionada, te estás buscando un problema por nada. El Escarabajo no conoce otro sabor, para él las heces representa lo que es para ti la flor. Para él la materia fecal es sumamente sabrosa, respeta la vida de tu amigo—. Ellos paren sus crías allí y se alimenta de lo que otros defecan. ¡Es su modus vivendi!

Al volverse a encontrar de frente el Escarabajo y la Mariposa, ella pudo comprobar en su rostro el malestar. Así que le sonrió amablemente y para poderse retractar le señaló lo siguiente:

—Amiguito escarabajito mira del otro lado, allí tienes mucha provisión—. El Escarabajo giró la cabeza y al ver el montón quedó sorprendido y también le sonrió.

—Gracias amiguita, desde arriba se puede divisar mejor el estiércol. Aquí, desde dentro, la mirada es más borrosa ya que se pasean muchas moscas.

La Mariposa giró hacia el búho y lo miró intrigada, en espera de que le diera otro consejo. El emplumado asintió con la cabeza en ademán de felicitación, de que lo había hecho “bien” y la Mariposa volvió a proferir una interrogante: — ¿Y ahora qué?, y el sabio de ojos grandes y despiertos le contestó: —Nada, cada quien en su lugar. No puedes sacar a la fuerza a quien no quiere cambiar de morada y de hábitos. Unos emigran y el vuelo es corto. Otros se quedan y echan raíces, aun es los estercoleros más pestilentes. Es su lugar y su vida, debemos respetar porque la costumbre se hace Ley.

La Mariposa se volvió a su amigo Escarabajo y ambos se regalaron una sonrisa de respeto y complicidad, también el búho se alegró. Todos se fueron a prisa, la Mariposa jamás se entremetió. El Escarabajo el excremento se almorzó y fue feliz con lo que se comió. El ave desde lo alto de la rama seguía aconsejando a los bichos del campo y todos vivieron sus vidas felices.

Moraleja: No inmiscuyéndonos en la vida de nuestros amigos al colmo de irrumpir su voluntad es de sabios. No podemos romper patrones que ellos no quieren romper, incluyendo los alimenticios. Hay personas muy aferradas a cosas que podrían ser como la “materia fecal”. Respetar la vida de los demás es una de las maneras más noble de ser buenos cristianos. Aunque no procesemos algunas conductas humanas debemos de desprendernos de la manía de intentar controlar y cambiarlo todo. Y… hasta eso, a quien le gusta comer “cosas raras”, que su alimento le sepa a filete miñón.

Proverbios 9:8 Corrige al necio y te aborrecerá, corrige al sabio y te amará.

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