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PROFUNDIDADES DEL OLVIDO

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Jenny Matos

Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Miqueas 7:19.

En total mudez, escuché a una joven mujer taciturna, llorar con honda pena, sintiéndose inmerecedora del amor de Dios. Tenía que dejar que se desahogara, sobrevinieron tantas cosas terribles a su vida, que no aguantó y se alejó de los caminos del Señor.

Ella volvía a decirme: “La iglesia no perdona”, yo era una sierva y me fui al mundo. Ciertísimamente, existen “grupos” que no perdonan, pero no es la generalidad. Además, le explicaba, todos algún día nos descarriamos como ovejas, pero de ella salía un dolor espasmódico de su vientre y yo estaba feliz, porque todo aquello me gritaba: “Arrepentimiento y dolor por el pecado”.

Se estaba presenciando un momento majestuoso, porque yo sabía que, aunque ella habia cometido sus yerros, estaba volviendo al redil. Le dije: -No importaba cuantas manos estuvieran llenas de piedras a tu regreso, porque otras tantas, te darán un abrazo de misericordia.

Si Miqueas 7:19 nos revela que la misericordia de Dios vuelve a nosotros y sabe echar a lo profundo del mar todos los pecados ¿Por qué debemos recordar lo que ya Dios decidió olvidar en una persona? A veces nos culpamos mutilando la memoria o culpamos a otros, cuando todo está sepultado, bajo las profundidades del mar del olvido y del mar de la misericordia inefable de nuestro Padre Celestial.

Hace días la observé gozosa, con el destello de sentirse perdonada en la mirada. Imagino la mujer que soltó el cántaro de la promiscuidad, al saber que Jesús le ofrecía agua que brota para vida eterna.

¡Lo que sea que te haya pasado, está soterrado en las profundidades de las desmemoria del cielo!

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