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El círculo vicioso de la política y la responsabilidad ciudadana

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SANTO DOMINGO.-Nuestra sociedad parece atrapada en un ciclo sin fin, donde los comunicadores y políticos, en lugar de mostrarnos sus propias cualidades y propuestas, prefieren centrar su atención en las debilidades de sus oponentes. Nos encontramos rodeados de una retórica vacía que no hace más que debilitar nuestro tejido social y erosionar nuestra confianza en el sistema democrático que debería proteger nuestros intereses.

Es triste ver cómo en medio del fragor de las campañas, nuestros líderes políticos se sumen en un mar de críticas destructivas en lugar de destacar sus propias habilidades y fortalezas. ¿Dónde quedaron los días en que los candidatos se presentaban con proyectos concretos y una visión clara de su futuro gobierno?

La realidad es que esta dinámica de confrontación y descalificación no es exclusiva de nuestros representantes, sino que también refleja una parte de nosotros mismos, los ciudadanos. Somos nosotros quienes les otorgamos el poder y la legitimidad para gobernarnos. Pero, ¿lo hacemos de forma informada y consciente?

Al momento de votar, a menudo lo hacemos con los ojos vendados, influenciados por discursos vacíos y promesas incumplidas. Nos dejamos llevar por eslóganes pegajosos y propagandas bien diseñadas, sin profundizar en las propuestas reales de los candidatos.

No podemos ignorar nuestra propia responsabilidad en este círculo vicioso. Somos nosotros quienes debemos exigir un cambio en la forma en que se hacen campañas y en cómo nuestros líderes se presentan ante nosotros. Exijamos propuestas claras, planes concretos y un verdadero compromiso con el bienestar de la sociedad.

También debemos educarnos y estar informados, desconfiando de las falacias y las estrategias manipuladoras. Seamos críticos y exijamos que nuestros comunicadores y políticos den un paso al frente y se centren en sus habilidades, capacidades y soluciones, en lugar de enfocarse en las debilidades de otros.

Imaginemos un futuro donde nuestros líderes sean elegidos no solo por su habilidad para desacreditar a sus oponentes, sino por su capacidad para construir un país mejor. Un país donde la política sea una herramienta para el progreso y la unidad, y no un instrumento para dividirnos y debilitarnos.

En última instancia, todos somos responsables de nuestro futuro. Tomemos decisiones informadas y conscientes, no solo en las urnas, sino en cada aspecto de nuestra vida ciudadana. Requerimos líderes con la capacidad de unirnos, de inspirarnos y de trabajar por el bien común.

Es hora de romper con este círculo vicioso. Es hora de que nuestra sociedad eleve sus expectativas y exija a nuestros representantes que nos muestren sus verdaderas fortalezas y capacidades. Si queremos un cambio real, la responsabilidad debe empezar por cada uno de nosotros.

Reflexionemos sobre nuestro papel como ciudadanos y hagamos de nuestra sociedad un lugar donde la calidad, la transparencia y el compromiso con el bienestar colectivo sean los pilares fundamentales de nuestra democracia. Solo así podremos construir un futuro más esperanzador para todos.

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