Flexible, personalizada, muy llevadera y económica. Estas son las credenciales de la dieta FAFO, que cada vez más expertos recomiendan seguir y que permite controlar el peso sin alterar el estilo de vida.

En el caso de la dieta FAFO (acrónimo de Flexible and Friendly for Overweight) las habituales reticencias de endocrinos y nutricionistas a decantarse por un plan específico de adelgazamiento (sobre todo los que tienen nombre y apellido o están de moda) parecen diluirse y cada vez son más los profesionales y organismos que la recomiendan como opción saludable y efectiva.

El estrellato actual de esta propuesta dietética cuenta con el potente aval de los resultados de numerosas investigaciones en las que, tanto analizada individualmente como en comparación con otras dietas, ha demostrado su eficacia y beneficios saludables, posicionándose como una alternativa al abordaje tradicional del sobrepeso y la obesidad.

La era de las dietas flexibles
El método FAFO se encuadra dentro del grupo de las dietas flexibles, caracterizadas por ser menos rígidas y restrictivas que los planes dietéticos clásicos y por un enfoque multidimensional pone en valor cuestiones relacionadas con el estilo de vida del paciente a todos los niveles que se suelen pasar por alto en otros abordajes.

Durante su intervención en el XIX Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), Rafael Gómez y Blasco, miembro de la junta directiva de esta sociedad científica y uno de los principales artífices de esta propuesta dietética, explicó que “la dieta FAFO consiste básicamente en un cambio flexible y adaptado en el estilo de vida alimentario. Su rasgo diferencial es que tiene en cuenta factores como la profesión, la actividad física, la procedencia y las costumbres del paciente, así como sus posibilidades económicas, adaptando a todo ello los cambios higiénico-dietéticos”.

Qué la hace distinta a otras dietas
Estas son las principales señas de identidad de la Dieta FAFO:

Alimentos cotidianos
Tal y como destacó Gómez y Blasco, el método FAFO se sustenta en alimentos similares a los de las dietas consideradas más saludables: la atlántica y, sobre todo, la mediterránea: “De hecho, en la práctica, podría considerarse como una dieta mediterránea, pero de marca blanca”, apuntó el experto. Asimismo, y lejos de recomendaciones alimenticias exóticas, monótonas y/o poco disponibles en determinados entornos, esta pauta dietética se ajusta a las comidas y alimentos de proximidad, que están presentes habitualmente en los menús diarios.

100% personalizada
El plan se elabora tras estudiar a fondo el microentorno del paciente: su estructura y organización doméstica, patrones socioculturales, posibilidades reales de hacer determinada actividad física, aspecto laboral (horarios, conciliación), hábitos y comportamiento alimentario… Para ello, se emplean herramientas específicas (test, cuestionarios) que ofrecen una información detallada de todos estos aspectos en cada caso concreto.

Apta para todos los bolsillos
Dentro de la contextualización de la dieta según el entorno y la situación individual destaca la importancia que se da al nivel económico del paciente, por lo que es una propuesta accesible para las poblaciones con pocos recursos. “En este sentido, se ofrecen alternativas más baratas a los alimentos más saludables (muchos de los cuales han disparado sus precios en todo el mundo): los pescados ricos en grasas saludables más económicos (en sustitución del lenguado o la merluza) o el uso del aceite de oliva virgen o de orujo en vez del AOVE (aceite de oliva virgen extra), por ejemplo”, señaló el doctor Gómez y Blasco.

Para toda la familia
Uno de los aspectos que más valoran las personas que siguen la Dieta FAFO es la posibilidad de compartir el mismo menú con el resto de la familia (la sensación de dieta aparte es un factor muy desmotivador que favorece la falta de adherencia). “Las pautas son muy llevaderas y no sólo no alteran prácticamente la vida familiar sino que resultan muy fáciles para el ama de casa, que, tal y como reflejan los datos al respecto, sigue siendo mayoritariamente la responsable de la logística familiar”, apuntó el experto.

“Así, y en el caso de la persona con sobrepeso, sólo es necesario ajustar ciertas cantidades en los alimentos y mantener unas pautas muy sencillas y abiertas para la preparación y cocción”, añadió Gómez y Blasco.

revuelto de trigueros

Cardioprotección, control de la ansiedad y otras ventajas
Desde el Grupo de Trabajo en Dietas Flexibles de la SEEDO inciden en que las investigaciones y revisiones comparativas de esta dieta han dejado claras no sólo sus ventajas nutricionales y respecto a la obesidad sino también la asocian a mejoras en determinados parámetros corporales (indicadores antropométricos y metabólicos).

“Es destacable su efecto positivo sobre los factores de riesgo cardiovascular. Concretamente, los estudios han evidenciado mejoras claras en la tensión arterial, la glucemia, los valores bioquímicos de triglicéridos y el perímetro de cintura. También tiene un impacto positivo en la calidad del sueño y a nivel del aparato locomotor”, explicó Gómez y Blasco, quien hizo hincapié en que estos resultados son similares a los que se observan en la mayoría de las pautas de alimentación razonables, y muy especialmente en la dieta mediterránea.

A todas evidencias hay que añadir otro aspecto que la diferencia del resto y que hace a la Dieta FAFO especialmente atractiva para las personas con un largo historial de dietas de adelgazamiento, tal y como comenta a CuidatePlus Lola Castillejo, farmacéutica y nutricionista de HM Hospitales (@lolacast_nutricion en Instagram):

“Se trata de un enfoque más sostenible y efectivo a largo plazo principalmente porque no restringe alimentos necesarios para el organismo. Y al no haber esta restricción, el plan de alimentación basado en la dieta FAFO consigue que la persona no pase hambre y que no se genere la ansiedad que siempre aparece cuando se siguen pautas dietéticas restrictivas y que obligan a ser muy estricto en su cumplimento. Por otro lado, está demostrado que la restricción de grupos alimenticios esenciales suele llevar después a un efecto rebote”.

Todos estos factores favorecen la implicación del paciente y, con ello, el aumento de la adherencia, que hoy por hoy es uno de los principales retos en el abordaje de la obesidad y que, de acuerdo con Rafael Gómez y Blasco, “supone uno de los factores más relevantes para el éxito o el fracaso de una dieta a largo plazo”.

Así favorece la pérdida de peso
Aunque la Dieta FAFO no está diseñada para ser una dieta de adelgazamiento al uso, las investigaciones sobre este modelo alimenticio apuntan a que, si se realiza adecuadamente, se produce una pérdida de kilos que los expertos califican como “aceptable y motivadora”, y que es equiparable a la que se consigue con las dietas mediterránea y atlántica. “Los estudios sitúan esta pérdida de peso en una media de entre medio kilo y un kilo a la semana, aproximadamente”, precisó Rafael Gómez y Blasco.

En relación con esto, Castillejo apunta que, además la pérdida de peso como tal, esta dieta tiene importantes efectos positivos para las personas que necesitan desprenderse de kilos de más:

“El primer beneficio es que se produce una desinflamación general, un efecto que ayuda a que la persona empiece a encontrarse mejor. Es posible que esa reducción de la inflamación no se refleje en la báscula, pero sí que se nota en la ropa, en la mayor ligereza, en los niveles de energía y en las ganas de seguir alimentándose de forma saludable y de acuerdo con lo que pide el cuerpo”.

“Con la dieta FAFO no se baja de peso de una manera repentina (no es una dieta exprés), pero a largo plazo el cuerpo va a alcanzar el peso en el que se encuentra cómodo y que coincide con el peso saludable”, añade la experta.

La despensa FAFO
Aunque las pautas y el abordaje son individualizados, el esquema alimenticio de esta dieta se ajusta a unas pautas generales en cuanto al tipo de alimentos que debe incluir. “Hay que tener en cuenta que es un plan de alimentación basado en la dieta mediterránea y, por ello, las reglas están bastante definidas”, explica Lola Castillejo, quien resume así las directrices al respecto:

Alimentos prioritarios
“Las verduras de todo tipo, las frutas, las grasas saludables (aceite de oliva virgen extra, pescado azul de pequeño tamaño, frutos secos…); las legumbres; carnes blancas como el pollo, el pavo o el conejo; los huevos y los cereales en su forma integral”.

Alimentos que hay que limitar o evitar
“Son sobre todo los ultraprocesados, como bollería industrial y comida preparada; alimentos azucarados; embutidos de mala calidad y muy procesados; las harinas y los cereales blancos. En cuanto a la carne roja, se debe consumir sólo de forma puntual”.

Menú tipo para ‘no iniciados’
Tostada con aceite y tomate

Para entrenarse en esta dieta, Castillejo ofrece el siguiente ejemplo de menú que cumple todas las “condiciones” del enfoque FAFO

Desayuno: Tostada de pan integral con aceite de oliva, tomate, rúcula y queso. Café o infusión.

Media mañana: Fruta o yogur natural con semillas.

Comida: Alcachofas aliñadas con limón. Sardinas al horno con arroz integral.
Merienda: Un puñado de frutos secos (nueces o anacardos).

Cena: Revuelto de espárragos verdes y ensalada de tomate con anchoas.

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